El exorcismo de Almansa


EL EXORCISMO DE ALMANSA
Madrugada del martes 18 de septiembre de 1990, Almansa (Albacete), Rosa Gonzálvez Fito, con ayuda de María de los Ángeles Rodríguez Espinilla y Mercedes Rodríguez Espinilla, arrancaba las entrañas del vientre de su propia hija a través de su vagina al creerla preñada por el Diablo.


Esa fatídica noche, acontecía uno de los episodios más aberrantes y horribles de la memoria negra española.
Rosa Fernández Gonzálvez de 11 años de edad era una niña pequeña, llena de esperanzas en el futuro. Un día, algo muy normal ocurrió: le bajo su primera menstruación. Al principio todo marchaba bien, nada de qué preocuparse, hasta que la niña tuvo una pequeña falta. (Suele pasar la primera vez que te baja).
Rosa Gonzálvez, su madre, lleva una temporada obsesionada con la presencia del Demonio, pensaba que la rondaba, a ella y a su hija. Acabó llegando a la conclusión de que esa presencia emana del vientre de su hija en ese momento decide mantenerla vigilada. Sin embargo, la obsesión le consume hasta el punto de no poder seguir observando y decide tomar cartas en el asunto: su hija ha quedado embarazada por el Maligno y es su deber matar a la aberración que reside dentro de la pequeña Rosa.


Rosa era aficionada a los temas exotéricos y y un día, convencida de sus propias mentiras, dio el paso de amateur a profesional y comenzó a ganarse la vida como sanadora y otras índoles relacionadas con supuestos poderes curativos o milagrosos.


La madrugada del 18 de septiembre de 1990, los vecinos alertaron a la Guardia Civil de los incesantes y desgarradores gritos que provenían de la casa de Rosa Gonzálvez.
Cuando los agentes entraron a la escena del crimen, una gran cantidad de sangre impregnaba la habitación y diversos órganos estaban esparcidos por la estancia. En ella, la madre, la tía y las dos vecinas de la indefensa niña, deliraban con el demonio y su poder de posesión. Inmediatamente, las 4 fueron detenidas y puestas a disposición judicial.




Tras la autopista, el juez confirmó que en un extraño ritual para sacar el feto del maligno del cuerpo de la pequeña Rosa, le habían extraído los intestinos por la vagina y habían provocado su muerte por un choque hipovolémico. La autopsia también determinó que la fallecida no estaba embarazada.


En la instrucción del caso también se recoge que las horas previas al oscuro ritual discurrieron para las asesinas en un desenfreno de sexo, alcohol y drogas extraídas de plantas que previamente Rosa Gonzálvez había recogido del campo en los alrededores de Almansa. Tras la orgia de sexo lésbico y desenfreno con las sustancias estupefacientes, las 4 asesinas estaban convencidas de que ese era el momento de ‘salvar’ a la pequeña Rosita.



En el juicio quedaron probados los hechos de los que se acusaba a las cuatro imputadas y un juez las condenó por el asesinato de la niña, pero ni Rosa, ni Ana María, ni Mercedes, ni María Ángeles pisaron la cárcel ya que finalmente, los resultados del análisis psiquiátrico fueron los que resultaron determinantes al considerarlas inimputables debido a sus problemas mentales (estado psicótico agudo con enajenación mental).





En su escrito, el Ministerio Público solicitó que todas fueran internadas “por un periodo no especificado de tiempo” en un centro psiquiátrico. Periodo que según fuentes especializadas consultadas no excedió de los 3 años.


El 19 de septiembre de 1990 el pueblo de Almansa despedía a la pequeña Rosa en un funeral.

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